Disfrutar. Muchas veces nos empeñamos en pensar sólo en los problemas, en aferrarnos a ellos, posiblemente por miedo a ver lo que hay más allá. Porque seamos sinceros, es mucho más fácil pensar en lo de siempre, ya sean penas o alegrías, que atreverse a ver cosas nuevas, a tener nuevas sensaciones, a volver a sentir ese cosquilleo en el estómago que no siempre tiene porque ser bueno, solo significa que viene algo diferente, que no sabes que va a pasar, esa adrenalina natural que desprende el cuerpo por el simple hecho de ver que las cosas por un momento cambian.
Siempre será mejor arrepentirse que preguntarse qué podría haber pasado.